A lo largo de la historia, muchas mujeres, sin reconocerse siquiera como mujeres feministas, reflexionaron sobre lo que es ser mujer en la sociedad donde les tocó vivir y lucharon por la dignidad de ser consideradas iguales a los hombres y por los derechos de las mujeres. Desde escritoras que han desarrollado teorías feministas hasta activistas involucradas en movimientos sociales, sus ideas y acciones han sido clave en la evolución del feminismo.
En esta página, iremos recopilando la vida y el pensamiento de algunas autoras, intelectuales y teóricas feministas cuyas contribuciones siguen siendo referentes en el debate actual. A través de sus frases, biografías, imágenes y obras, ofreceremos una visión introductoria de su legado y su influencia en el feminismo contemporáneo donde el feminismo radical encuentra parte de sus bases teóricas.
El patriarcado es una creación histórica elaborada por hombres y mujeres en un proceso que tardó casi 2500 años en completarse
La sexualidad de las mujeres se convirtió en una mercancía. El desarrollo de la agricultura impulsó el «intercambio de mujeres» entre tribus
Los primeros esclavos fueron las mujeres de los grupos conquistados. La esclavitud de las mujeres, que combina racismo y sexismo a la vez, precedió a la opresión de clases
Las mujeres fueron siempre explotadas como trabajadoras, como prestadoras de servicios sexuales y como reproductoras
Las mujeres han participado durante milenios en su propia subordinación. La ignorancia de su misma historia ha sido una de las principales formas de mantenerlas subordinadas
Gerda Lerner, nacida el 30 de abril de 1920 en Viena, transformó para siempre nuestra comprensión de la historia. Fue una de las historiadoras más influyentes en el desarrollo de la historia de las mujeres y del análisis histórico del patriarcado. Su trabajo consolidó un nuevo campo académico que permitió recuperar las voces y los legados de muchas escritoras feministas y autoras feministas a lo largo del tiempo.
En su obra «La creación del patriarcado» (1986), Lerner demostró que la opresión de las mujeres fue la primera forma sistemática de dominación en la historia humana, anterior incluso a la opresión de clase.
El patriarcado nació en las primeras civilizaciones, cuando la sexualidad y la capacidad reproductiva de las mujeres fueron transformadas en mercancía socialmente controlada. A través de leyes, costumbres y religión, las mujeres fueron esclavizadas para el trabajo reproductivo y sexual. La prostitución, el matrimonio forzado y el intercambio de mujeres como propiedad fueron prácticas normalizadas en sociedades que estructuraron la desigualdad entre los sexos como principio básico.
En «La creación de la conciencia feminista», Lerner rastrea cómo, a pesar de la opresión, las mujeres durante siglos pensaron críticamente y resistieron. De hecho, Gerda Lerner dedicó una parte esencial de su trabajo a demostrar que a lo largo de la historia existieron numerosas escritoras feministas —aunque muchas no fueran llamadas así en su tiempo— que reflexionaron críticamente sobre la opresión de las mujeres.
Ella investigó, documentó y visibilizó esas voces, mostrando que hubo una tradición intelectual de mujeres que pensaron y escribieron contra el patriarcado, aunque haya sido sistemáticamente borrada o ignorada por la historiografía dominante.
Lerner, como autora feminista comprometida, no solo investigó estos procesos: los institucionalizó como campo académico. Fundó el primer doctorado en historia de las mujeres en Estados Unidos, y legitimó el estudio del patriarcado como un fenómeno histórico central.
Gerda Lerner nos enseñó que la historia del patriarcado no es una nota al pie, sino el fundamento de muchas otras formas de dominación. «Lo que no sabemos, no podemos recordarlo; lo que no recordamos, no podemos comprenderlo; y lo que no comprendemos, estamos condenados a repetirlo.» Su obra sigue siendo una herramienta imprescindible para entender el presente… y transformarlo.
No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas
La educación de las mujeres que conlleve un desarrollo más amplio de estas facultades de la razón frente a los sentimientos, será la llave de la igualdad. Las diferencias no son esenciales, sino construidas en la desigualdad educativa
Es imposible que la virtud florezca entre esclavos
Aprender a pensar es el trabajo de toda la vida
Mary Wollstonecraft (1759–1797) es reconocida como una de las primeras escritoras feministas modernas y una figura clave entre las autoras feministas ilustradas. Filósofa, educadora y ensayista, nació en Londres en el seno de una familia profundamente afectada por la violencia de su padre, un hombre alcohólico y despilfarrador que malgastó la fortuna familiar y ejercía un dominio tiránico sobre su esposa e hijas. La joven Mary presenció y sufrió el abuso físico que su madre padecía, y esa vivencia temprana de injusticia marcó de forma indeleble su conciencia crítica.
Como señala Lyndall Gordon, “la brutalidad de su padre dejó una huella duradera en su sentido de la injusticia, al mostrarle que la ley del hogar era una dictadura masculina amparada por la sociedad” (Mary Wollstonecraft: A New Genus, 2005). No fue la pobreza lo que la formó, sino la impotencia de ver cómo el sistema permitía que un hombre arruinara no solo sus bienes, sino también la vida de las mujeres a su cargo. Desde entonces, su vida y su obra se levantarían como una denuncia lúcida contra la tiranía constante contra el sexo femenino.
Su obra más influyente, Vindicación de los derechos de la mujer (1792), constituye un texto fundacional del pensamiento feminista moderno. En él, esta autora denuncia que la aparente inferioridad de las mujeres no es natural, sino el resultado de haber sido privadas de educación y libertad: “No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas” (Wollstonecraft, 1792, cap. IV). Así, critica a misóginos pensadores ilustrados como Rousseau, que lo expresaba abiertamente en sus escritos, especialmente en Emilio, o De la educación (1762). En esta obra, fundacional de la misoginia moderna, Rousseau sostenía que la educación de las mujeres debía centrarse en ser agradables y útiles a los hombres, relegándolas a un papel subordinado en la sociedad. Según él, la mujer debía ser educada para “ser agradable a los hombres, para hacerlos felices, para ser su consuelo”.
Por ello, Mary Wollstonecraft redactó una respuesta crítica y argumentada de esas actitudes misóginas de Rousseau, abogando por un cambio radical en las estructuras sociales y educativas que subordinaban a las mujeres y abriendo así el camino para la lucha para las mujeres feministas en el siglo XIX.
A pesar de haber sido silenciada durante gran parte del siglo XIX, su pensamiento fue reivindicado por mujeres y escritoras feministas del siglo XX, como Simone de Beauvoir, quien la menciona en El segundo sexo (1949).
Como una de las escritoras feministas más importantes precursoras del feminismo moderno, su legado sigue siendo esencial para el pensamiento crítico actual. Su vida y obra inspiran a generaciones de mujeres feministas que, como ella, siguen reclamando el derecho a pensar, decidir y vivir en libertad.
Hay alguien aún más oprimido que el obrero y es la mujer del obrero
El nivel de civilización a que han llegado diversas sociedades humanas está en proporción a la independencia de que gozan las mujeres
Reclamo derechos para la mujer porque estoy convencida de que todas las desgracias del mundo provienen de este olvido y desprecio que hasta hoy se ha hecho por los derechos naturales e imprescriptibles del ser mujer
Flora Tristán (1803–1844), escritora feminista franco-peruana, fue una mujer feminista singular del siglo XIX al unir por primera vez en Europa la defensa de los derechos de las mujeres con la causa obrera. Su pensamiento fue el resultado de una vida marcada por la discriminación legal y social: fue hija nacida fuera del matrimonio, excluida de la herencia paterna, y víctima de un marido violento del que apenas pudo liberarse por vía judicial, en una época en que el divorcio era imposible en Francia.
En su obra Peregrinaciones de una paria (1838), narró su viaje al Perú en busca de reconocimiento familiar, experiencia que le permitió denunciar no solo el racismo y el clasismo de las élites criollas, sino también la opresión que sufrían las mujeres en distintas culturas. Pero fue en La Unión Obrera (1843) donde articuló con claridad su pensamiento político.
Allí sostuvo que “la mejora del destino de las mujeres es indispensable para el progreso de la clase trabajadora”. Para esta autora feminista, no podía existir una verdadera emancipación social si no se incluía también a las mujeres, quienes sufrían una doble opresión: por su posición de clase y por su sexo.
Como una de las más destacadas escritoras feministas del XIX, reclamó educación universal para las mujeres, igualdad ante la ley, derecho al trabajo y al reconocimiento civil. Exigía el fin de la subordinación legal de la esposa al marido y consideraba que la inferioridad de las mujeres era una construcción social mantenida por leyes injustas. Su propuesta fue revolucionaria para su tiempo, ya que no se limitó a reivindicar mejores condiciones para las mujeres de las clases altas, sino que defendió a las trabajadoras, a las madres solteras, a las explotadas.
Flora Tristán, aunque influenciada por el socialismo utópico, dejó una huella importante en lo que más tarde se conocería como feminismo marxista. Fue una de las primeras mujeres feministas en vincular de manera clara la lucha por la igualdad de las mujeres con la transformación de las estructuras sociales y económicas. Flora sostenía que la emancipación femenina no solo pasaba por reformas superficiales, sino por un cambio profundo en las relaciones de poder y en la organización de la sociedad, algo que más tarde se consolidaría en las propuestas del feminismo radical.
El enfoque materialista y comprometido con la justicia social de esta autora la convirtió en una figura clave para el desarrollo de un feminismo crítico, que iba más allá de los derechos legales para centrarse en la transformación integral de las condiciones de vida de las mujeres, particularmente las trabajadoras. Su legado sigue siendo un referente para el feminismo radical, que busca desafiar y cambiar las estructuras de poder opresivas en la sociedad.
La prostitución destruye la igualdad, la solidaridad y el compañerismo de las dos mitades de la clase obrera
Un hombre que compra los favores de una mujer no la ve como una camarada o como una persona con iguales derechos
El desprecio que tiene por la prostituta, cuyos favores ha comprado, afecta en su actitud a todas las mujeres. El desarrollo de la prostitución fortalece la desigualdad de las relaciones entre sexos
Alexandra Kollontai (1872–1952) fue una autora feminista, escritora y revolucionaria rusa, figura clave del marxismo y una de las primeras mujeres en ocupar un alto cargo político en la Unión Soviética.
Es una de las autoras feministas que dedicó su vida a la lucha por los derechos de las mujeres trabajadoras, defendiendo la emancipación femenina como parte esencial de la revolución socialista.
En sus escritos y discursos, denunció con firmeza la prostitución, considerándola una forma brutal de explotación de las mujeres y una manifestación de la opresión patriarcal.
Para Kollontai, liberar a las mujeres del yugo económico y sexual era inseparable de la construcción de una sociedad verdaderamente justa e igualitaria.
En 1905 esta política soviética y feminista escribió: «Por primera vez comprendí cúan poco se preocupaba nuestro partido por el destino de las mujeres de la clase obrera y cuán escaso era su interés por la liberación d la mujer«.
Fue muy vehemente en la crítica del matrimonio que subordinaba a la mujer a la condición de esclava, llegando a decir «nuestra ley matrimonial soviética, sin duda separada de la iglesia, no es esencialmente más progresista que las mismas leyes que, después de todo, existen en otros países democráticos progresistas«.
Para ella, las prioridades de la nueva mujer consistían en «Protestar contra la esclavitud universal de las muejres en el Estado, la familia, la sociedad«.
Alexandra Kollontai fue una de las poocas mujeres feministas que en aquellos tiempos fue capaz de hablar como representante de los millones de mujeres del proletariado rural e industrial que aún no eran capaces de hablar en su propio nombre dado la absoluta opresión de la mujer que impedía liberarse de las pautas de conducta y coerciones de la estructura patriarcal en que vivían.
No tienen nombre que transmitir porque carecen de nombre propio
El sexismo es el conjunto de todos y cada uno de los métodos empleados en el seno del patriarcado para poder mantener en siguación de inferioridad, subordinación y explotación al seso dominiado: el femenino
Los estereotipos, las pequeñas costumbres, coadyuvan al mantenimiento de lo establecido. Son los encargados de mantener a cada cual en su lugar
El lenguaje, la palabra, es una forma más de poder, una d las muchas que nos ha estado prohibida
Muchas mujeres ya no leen feminismo, pero es que los hombres no lo han leído nunca y entonces, sin una base teórica que les oriente el camino, no saben por donde ir
Victoria Sau (1930-2013) es una de las pensadoras feministas más importantes del España. Desde una perspectiva feminista radical, centró su análisis en las raíces estructurales del patriarcado, denunciando con claridad la violencia sexual, la prostitución, la pornografía y la apropiación patriarcal de la maternidad. Su pensamiento constituye una referencia imprescindible para las mujeres feministas que luchan por una transformación profunda de las relaciones de poder entre los sexos.
A partir de los años setenta, Sau se implicó de lleno en el feminismo, después de escribir obras de la literatura —campo en el que había publicado más de treinta novelas bajo seudónimo— para abordar de forma rigurosa la crítica del sistema patriarcal. Fue autora de obras fundamentales como Manifiesto para la liberación de la mujer y Diccionario ideológico feminista (1981), textos de referencia que siguen siendo herramientas de análisis político para autoras y escritoras feministas contemporáneas.
La definición que daba de matrimonio en 1981 en su diccionario como «Institución político-jurídica masculina que sirve de correa de transmisión para la distribución de mujeres entre los hombres y que asegura a éstos su paternidad-propiedad sobre los hijos de las mujeres obtenidas por ese procedimiento» es toda una crítica a una de las bases de la sociedad patriarcal.
Licenciada en Historia Contemporánea y doctora en Psicología, Victoria Sau aportó una visión compleja, completa y transdisciplinar del feminismo, desarrollando el concepto de “feminismo científico” y promoviendo el análisis desde la psicología diferencial.
Definía el feminismo científico como «la aplicación del método del materialismo histórico al análisis de las relaciones mujer-hombre, para tratar de dar a partir de las mismas una «explicación científica de cualesquiera otras relaciones humanas, o sea, del mundo.»
Su obra «El vacío de la maternidad» (1995) señala con contundencia la instrumentalización de la maternidad por parte del patriarcado, convirtiéndola en eje de control sobre los cuerpos y proyectos vitales de las mujeres.
Sin duda, Victoria Sau fue una intelectual crítica que denunció las bases del sistema patriarcal. Su legado sigue vivo en las luchas de las mujeres feministas que, como ella, entienden que la igualdad no puede lograrse sin cuestionar las estructuras fundamentales de dominación.
¡Oh, mujeres! ¡Mujeres! ¿Cuándo dejaréis de estar ciegas? ¿Qué ventajas habéis obtenido de la revolución?
Si la mujer tiene el derecho de subir al patíbulo, ella debe tener igualmente el derecho de subir a la tribuna
Nadie debe ser molestado por sus opiniones…. La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más preciosos
Olympe de Gouges (1748-1793) fue una de las mujeres feministas más destacadas del siglo XVIII por su defensa hasta la muerte de la igualdad entre los sexos. Escritora, dramaturga y autora feminista francesa es exponente del pensamiento feminista ilustrado.
Su obra «Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana» (1791) es un documento fundamental en la historia del feminismo.
Olympe de Gouges denunció la exclusión de las mujeres de los derechos proclamados en la Revolución Francesa y exige la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, independientemente de su sexo, color de piel o condición social. Además, reclamó el derecho de las mujeres a votar, a participar en política, acceder a la educación, el divorcio y la propiedad.
Siendo una de las autoras feministas más destacadas del siglo XVIII, Olympe de Gouges también fue una firme defensora de la abolición de la esclavitud, en un contexto en el que pocas personas se atrevían a cuestionarlo.
Denunció hace más de doscientos años el matrimonio forzado de niñas, hecho que actualmente pervive en nuestra sociedad: actualmente, alrededor de 12 millones de niñas menores de 18 años son forzadas a casarse cada año, según datos de UNICEF.
En 1793, durante el período del Terror, fue arrestada por sus ideas políticas y sus críticas al gobierno revolucionario. En prisión continuó defendiendo sus ideas a través de panfletos, pero fue condenada a muerte en un juicio rápido y ejecutada en la guillotina el 3 de noviembre de 1793.
Su valentía como escritora feminista y su legado como autora feminista comprometida con la justicia social, continúan inspirando a las mujeres feministas contemporáneas en la lucha por la igualdad de derechos.
Ninguna mujer tiene un orgasmo abrillantando el suelo de la cocina
El peor enemigo de una mujer es su abnegación
La función de la mujer no es solo reproducir la vida biológica, sino también la vida social
La mística contra la que tuvimos que rebelarnos cuando se utilizaba para confinarnos en el hogar, ahora se usa para confinarnos en la juventud
Betty Friedan es una figura central del feminismo norteamericano de mediados del XX. Este movimiento se organiza en torno a una de las organizaciones más importantes y antiguas de EEUU la NOW (Organización Nacional de Mujeres) y Friedan cofundó en 1966 con el objetivo de alcanzar fines políticos.
Además, destaca como autora feminista de dos obras fundamentales, «La mística de la feminidad» (1963) y «La segunda fase» (1982). En el primer libro abordó las insatisfacciones que produce el papel asignado a la mujer en la sociedad americana, amas de casa, esposas y madres, roles transpolable a occidente.
En su segundo texto, alejándose de sus postulados liberales, expone los desafíos que suponen para las mujeres haber alcanzado cierta igualdad laboral a costa de la doble jornada. De esta forma, constata, veinte años más tarde, que la igualdad en lo público no va paralela a la igualdad en lo privado.
Ambos estudios los enfoca con una amplitud de datos dado su formación como psicóloga social. En «La fuente de la edad» (1993) Betty Friedan explora los desafíos del envejecimiento en una sociedad que favorece la juventud.
Esta escritora feminista mostró cómo la sociedad, las escuelas y los medios limitaban las opciones de las mujeres. Transformó las frustraciones individuales en un movimiento que cambió las leyes laborales estadounidenses y la forma en que se ven las capacidades y metas de las mujeres, avanzando problemas y campos de investigación característicos de la teoría feminista posterior.
Ser feminista significa comprender que es hecho de ser mujer está por encima de la pertenencia a cualquier raza, nacionalidad, religión, partido o familia
Las feministas podemos aceptar al «anti-hombre» y al «hombre femenino» sin tener que aceptarles como mujer.
No podemos cambiar el mundo si no cambiamos primero la forma en que tratamos a las mujeres.
Germaine Greer es una de las teóricas feministas más influyentes del siglo XX. Nacida en 1939 en Australia, es una de las voces más críticas del feminismo radical que aún vive, denunciando de múltiples formas el patriarcado, los estereotipos y el papel asignado a las mujeres en la sociedad.
Su obra más conocida, «La mujer eunuco» (1970), es un referente de la teoría feminista al exponer cómo la opresión de las mujeres estaba ligada a su sexualidad y a la construcción cultural de la feminidad.
Germaine Greer es una autora feminista que ha generado polémica porque ha defendido la liberación de las mujeres criticando tanto el matrimonio como la mercantilización del cuerpo de la mujer.
Ha tratado temas desde un punto de vista feminista radical temas como la reproducción, el envejecimiento y la autonomía femenina, escribiendo obras traducidas a muchos idiomas como «La mujer completa» (1999) y «La vejez de la mujer« (2011).
Es muy crítica con la identidad de género, con la teoría cuir que deshace el concepto de mujer típico de los discursos transactivistas y defiende que la opresión de las mujeres se basa en el sexo biológico por lo que se ha convertido en una figura destacada dentro del feminismo actual.
Germaine Greer sigue siendo una autora imprescindible para el feminismo radical, cuyo pensamiento invita a la reflexión y al debate sobre la igualdad real de las mujeres.
Quien no se mueve, no siente las cadenas
Si las mujeres no actúan por sí mismas, los demás siempre actuarán por ellas
Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres
Rosa Luxemburgo (1871-1919) nació en Polonia en 1871 en una época convulsa de la historia reciente. Se trasladó a Alemania, donde se convirtió en una de las principales figuras del socialismo europeo. Llegó a ser una de las más importantes lideresa revolucionaria que, aunque no se identificaba como mujer feminista, mantuvo una posición firme en la lucha por los derechos de las mujeres y en la participación social y política de las mujeres obreras. Rosa Luxemburgo abrió camino, siendo fiel a sus ideas y principios, a las futuras generaciones de mujeres feministas.
Siendo joven participó activamente en movimientos socialistas, colaborando con figuras como Clara Zetkin, fundadora del movimiento de mujeres socialistas de la Segunda Internacional. Esta colaboración la llevó a participar activamente en la causa socialista, escribiendo artículos para el periódico Gleichheit (Igualdad), dirigido por Zetkin, que buscaba movilizar a las mujeres trabajadoras y organizarlas en pro de la revolución.
Llegó a ser crítica con las mujeres de la pequeña burguesía que organizaban congresos dado que consideraba que no representaban a las pocas mujeres obreras que sufrían explotación como el resto de trabajadores de la época. Temía que estas mujeres que defendían el sufragio femenino fueran partidarias de la política conservadora, no revolucionaria, llegando a ser muy cruel con estas mujeres feministas.
Su postura era la lucha de toda clase obrera, hombres y mujeres recogido en su lema “Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libre”
Sin embargo, impulsó en diferentes discursos y mítines la movilización de todas las mujeres proletarias para conquistar el sufragio femenino para reforzar el socialismo. Denunciaba que el voto femenino era negado a las miles de obreras porque la clase dominante “teme, acertadamente, que puedan ser una amenaza para las instituciones tradicionales de la dominación de clase”
Como escritora abordó temas que, aunque centrados en la lucha de clases, también tocaban aspectos relevantes para las mujeres. En su obra La acumulación del capital (1913), analizó críticamente el sistema capitalista y cómo este perpetuaba la explotación de los más vulnerables, incluidas las mujeres trabajadoras. Su enfoque en la necesidad de una transformación social profunda resonó entre las mujeres feministas que buscaban no solo la igualdad de derechos, sino también una reestructuración de las bases económicas y sociales que sostenían su opresión.
Su vida y obra inspiraron a muchas mujeres a luchar por sus derechos y participar activamente en la política y la sociedad. Su legado como autora perdura como un símbolo de resistencia y compromiso con la justicia social, sirviendo de inspiración para mujeres feministas que buscan transformar la sociedad patriarcal.
Los hombres de Derecha quieren esconder la pornografía, y los hombres de Izquierda quieren esconder su significado
La mayoría de las mujeres han experimentado suficiente dominación por parte de los hombres (control, violencia, insultos, desprecio) que ninguna amenaza se siente vacía
La pornografía es utilizada en la violación: para planearla, ejecutarla, coreografiarla, para generar la emoción necesaria para cometer el acto
Andrea Dworkin nació en 1946 en EEUU. Arrestada con tal solo 18 años en una protesta contra la guerra de Vietnan sufriendo vejaciones y abusos por médicos en la cárcel de mujeres. También sufrió maltrato de su marido. Estos hechos y otras experiencias la impulsaron a denunciar la violencia contra la mujer dedicándose a escribir contra la pornografía, la pedofilia y la conducta sexual del hombre. Es una de las mujeres feministas más influyentes dentro del feminismo radical. Para Dworkin el feminismo radical consistía en la teoría y la práctica que lleva a la revolución transformadora de la sociedad donde el sexismo y la dominación masculina no tienen cabida.
Fue Autora de varios textos fundamentales para el feminismo. En «Pornography: Men Possessing Women» (1981) denunció que la pornografía no es un simple entretenimiento, sino un instrumento de control y abuso sistemático de las mujeres: la pornografía legitima la desigualdad, al mostrar a las mujeres como objetos disponibles para el placer masculino.
En la introducción de «Woman Hating» (1974) leemos “Este libro es una acción, una acción política cuya meta es la revolución. No tiene otro propósito… El compromiso de terminar con el dominio masculino como una realidad fundamental psicológica, política y cultural de la vida en la Tierra es el compromiso revolucionario primordial...»
Como autora de «Intercourse» (1987) profundiza en la sexualidad de nuestras sociedades patriarcales, mostrando cómo la relación sexual, está marcada por la dominación y la sumisión, más que por el deseo mutuo o la igualdad. Sus escritos proporcionaron un marco para entender cómo la violencia sexual está estructuralmente ligada a la dominación masculina.
Andrea Dworkin, junto a otras mujeres feministas, especialmente con la jurista Catharine MacKinnon, trabajó para que la pornografía fuese considerada una forma de discriminación sexual en su país. Esto arremetía contra la falsa idea de libertad de expresión utilizada por la industria pornográfica. Aunque sus propuestas no fueron adoptadas en su totalidad, su trabajo fue crucial para abrir el debate sobre la íntima relación entre la pornografía y la violencia hacia las mujeres.
Como escritora, su trabajo no solo está orientado a la crítica de la pornografía, sino también a la denuncia de todas las formas de violencia estructural que oprimen a las mujeres. De hecho, como otras escritoras feministas, nos enseña que la violencia estructural no solo se ejerce a través de la represión física, sino también a través del lenguaje, la educación y los medios de comunicación.
Sus obras siguen siendo imprescindibles para entender cómo la violencia sexual, la pornografía y las relaciones de poder no son solo fenómenos aislados, sino parte de un sistema patriarcal que debe ser derribado por completo.
Es obligado mencionar y agradecer, al mismo tiempo, el trabajo de traducción al español más importante de las obras de Andrea Dworkin, realizado por Anna Pratts en su web DWORKINISTA.